viernes, enero 18, 2008

Lua: una caniche increible

Hace tiempo que estaba extrañando tener una mascota, así que desde noviembre comencé a meditar sobre tener una. De mi experiencia con distintos tipos de animales en mi casa paterna (desde palomas, conejas, cuises, oveja, perros, gallinas y hasta un carancho) tenía claro que me interesaba un animalito con pelo (los animales de pluma no me gustan mucho) y con cierto grado de inteligencia e independencia. Por ejemplo, un hamster es muy tierno, pero su expresividad es bastante limitada. El único animal que nunca tuvimos fue gato... así que no me agradan mucho de lo que he visto en algunos gatos caseros que conozco de vista. En conclusión: me interesaba tener un perro. Como vivo en apartamento y soy alérgica, tenía que ser de una raza pequeña e hipoalergénica... buscando un poco en internet la respuesta fue: Caniche!
También a través de internet (en MercadoLibre) encontré a la venta una cachorrita a un precio accesible que nació el 15 de noviembre, con lo que recién la podían entregar a mediados de enero, lo que me venía perfecto para recibirla en mis vacaciones. Finalmente, dado que la cachorrita estaba en Salto y justo mi madre se iba de vacaciones a Salto, me uní a la excursión de vacaciones y la traje yo misma directo a casa.
Luego de haberla comprado, mientras esperaba que fuera la fecha de entrega, me puse a estudiar sobre caniches y a preparar lo que necesitaba para la nueva bebé.
En esta página argentina de un Criadero de Caniches encontré muy buenas guías sobre la raza, sus características y sus cuidados. Mi novio fue quién me propuso el nombre que finalmente le quedó: Lua.
Mi cuñada me recomendó la veterinaria a la que está asociada: La Estancia y antes de irme a buscar a Lua pasé por allí para asesorarme y comprarle sus platos, cama y comida. Cuando volvimos la llevé a revisar, asociar y comenzar con las vacunas correspondientes a su edad y la verdad es que ambos veterinarios son muy buenos y me dijeron que Lua es una belleza.
La primer noche conmigo fue en Salto, y aunque le armé un corral, terminó durmiendo conmigo en la cama. Desde que llegó a casa reconoció su cama, porque tenía la misma funda que le llevé para el viaje y lo mismo pasó con sus platos. Tampoco ha tenido problema en dormir toda la noche ni adaptarse a la nueva casa. Incluso en el tercer día ya comenzó a intentar subirse al sillón (que es del doble de su altura). En la tarde salimos y al regresar nos esperó subida al sillón :D Por la noche pusimos la caja de la batidora para ocuparle el lugar... y en la madrugada veo que había logrado subir al sillón y dormía plácidamente :D Ahora ya hace todas sus siestas y duerme toda la noche en el sillón, la cama es un lugar para guardar los juguetes.
Aquí deja una foto de su carita para ver si están de acuerdo con los veterinarios:

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